jueves, 24 de febrero de 2011

Jardín del Museo Quai Branly

Cuando oímos hablar de jardines franceses, enseguida nos viene a la mente un jardín clásico, tipo Versalles,  con un eje visual que apunta hacia el infinito, una topiaria muy exagerada y  parterres que parecen bordados muy recargados. Sin embargo Francia está llena de parques, jardines,  donde cada castillo y Château tiene su pequeño o gran jardín lleno de flores, fuentes, etc… se podría decir que Francia tiene  jardines para todos los gustos.
Sin salir de Paris, se puede disfrutar de una infinidad de jardines, de corte clásico o más modernos y actuales. Hoy os quiero enseñar un jardín francés moderno, de esos que no salen en las guías pero que vale la pena verlo y disfrutarlo. Es el jardín del Museo Quai Branly.  Está muy cerca de la Torre Eiffel, así que si vais a visitarla, desde arriba de la Torre se ve el museo, la terraza de éste y el jardín.
El Museo Quai Branly es un proyecto de Jean Nouvel, un Museo de Artes y Civilizaciones, que incluye un centro de recursos, investigación, enseñanza y que acoge otras expresiones artísticas.

La plataforma principal del museo se asienta sobre pilones y la mayor parte del terreno está ocupada por un jardín, obra del jardinero y paisajista Gilles Clément y Yann Kersalé en lo que se refiere a tema de iluminación.


Desde la Torre Eiffel se contempla esta vista del Museo


Es un jardín público con 16000 m2 de superficie, que se inserta entre  la ciudad y el museo para integrarlos a los dos. El jardín se introduce en el museo a través de una pantalla de vidrio y de la calle a través de estanques, de manera que no se corta ni aparece aislado.


El cerramiento en este lado del Museo se realiza a través de  varillas de forjado que simula a los juntos que tiene al lado, de manera que se puede ver el exterior sin sentirnos encerrados.


El cerramiento se camufla con la vegetación, pero el jardín está cerrado.

Gilles Clément  se basó en la figura de la tortuga, un animal comúnmente encontrado en las culturas de Oceanía o África. Sin embargo no hay ninguna representación literal, sino que está sugerida a través de los elementos y materiales que conciben el jardín.



Se puede apreciar que el pavimento está fraccionado como el caparazón de una tortuga
 


Se juega con diferentes pavimentos


Cuando la noche cae, el jardín es  “vestido en luz” por el artista plástico Yann Kersalé, que ocultó todos los dispositivos dejando a la vista sólo la luz y sus efectos, esté diseño fue imaginado como un lago de luz, que da vida a la vegetación debajo del museo. Así es como miles de juncos luminosos irradian sus colores cambiando los mismos en función del clima.



Esta zona del jardín queda debajo del cuerpo del Museo por lo que la iluminación se acentúa
 


Los tubos de metacrilato están iluminados por la parte inferior mediante fibra óptica y la luz sale por el extremo superior creando este efecto tan mágico
 La vegatación y el frondoso follaje tiene por objeto poner distancia entre el Museo y la cuidad, a modo de evitar una presencia casi directa.



Los senderos quedan protegidos por la vegetación, en este caso son gramíneas, creando una apariencia natural.

El jardín está diseñado en tres niveles de vegetación. Árboles de gran porte  como robles o arces despliegan su frondosidad a la altura de la fachada del Museo. A nivel de suelo, la alfombra vegetal, de una gran diversidad, es un verdadero viaje botánico, donde destacan Festucas, helechos, Equisetum etc...



La textura de Festucas y Cortaderias contrasta  este paso de lajas de pizarra

Del lado de la calle de la Universidad, se ubican los árboles floridos, magnolia y cerezos, de tamaño más modesto, así como masas de flores blancas y follajes grisáceos.


Los macizos de Hypericum le dan un aspecto delicado  al jardín



Pérgola hecha con varillas arqueadas donde se enredan rosales
 


La pérgola queda escondida por la vegetación, creando un rincón "secreto" e íntimo. Al fondo los paneles de cristal separan el jardín de  la calle,  donde están impresas siluetas de árboles y anuncian la programación.
 
 A un costado del Quai Branley, el edifico del mismo nombre aloja las funciones administrativas del Museo, su fachada fue diseñada con la colaboración del especialista en botánica Patrick Blanc. Es una pared viva con plantas que crecen sobre un filtro hidropónico y fue el primer jardín vertical del que oí hablar.


Jardín vertical. Tapiz creado con diferentes especies


Ya sabeis... cuando visiteis la Torre Eiffel, muy muy cerca teneís este jardín que seguro os sorprenderá.



Fotos: LFF
Web consultada:  http://www.todoarquitectura.com/ 

5 comentarios:

  1. Chulisimo, como te lo curras. Un besote.
    Chari.

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  2. Qué pasada! no lo conocía! te pongo en mi lista de blogs, con tu permiso.
    Gracias y un beso!

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  3. Sería un complemento perfecto para cualquier jardín, el incorporarle, no solamente como elemento decorativo, un bonito y, por supuesto, debidamente calculado reloj de sol.
    Hay para todos los gustos, para todos los espacios y de cualquier tamaño.
    ¡¡ Si supierais la gran variedad de información que es capaz de proporcionar ese sencillo y a la vez tan complejo instrumento !!
    No en balde en los vehículos Rover que se enviaron a Marte, la NASA incorporó unos pequeños relojes de sol por "SI FALLABAN LOS INSTRUMENTOS ELECTRÓNICOS PODER ORIENTARSE GRACIAS A LAS CAMARAS QUE LOS ENFOCABAN".
    Un ejemplar de éste reloj lo podeís ver en el patio del IATA, en Burjasot.
    Un abrazo muy fuerte y enhorabuena por tu blog.

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